sábado, 28 de febrero de 2009

Blancas Palomitas

El comienzo de un nuevo ciclo lectivo me embarga de felicidad y emoción.
El momento tan ansiado en que nuestros pequeños párvulos acudan presurosos y ávidos de aprender, ha llegado. Hablando en criollo: Al fin terminaron las vacaciones!


Con el comienzo de las clases me enfrentaré a las frases de todos los años de mi pequeña bestia escolarizada:

  1. ¿Mami por qué tengo que estudiar inglés, si yo quiero aprender chino?

  2. ¿No quiero irrrrr al cole, quiero dormir.

  3. Uno de estos días le voy a poner una bomba a toooodos los colegios.

  4. ¿Por qué no puedo jugar a la play en la semana?

  5. Es temprano, ¿hoy me puedo quedar hasta más tarde?

  6. Maaaaa ¿me hacés las oraciones?

  7. Por qué no puedo hacer las cuentas con la calculadora si es mucho más fácil.

  8. Y si en lugar del diccionario buscamos en google?

  9. Yo quiero buscar huesos de dinosaurios, ¿para qué estudio lengua?

  10. ¿Y si soy basquetbolista tengo que seguir estudiando?

  11. ¿Maicul Chordan estudiaba?

Pero como yo soy una madre que tiene una fluída comunicación con su hijo, repetiré las mismas respuestas de todos los años:

  1. Porque no hay Chino en el cole, terminala!

  2. Querés dormir, esta noche te acostás a las siete de la tarde y santo remedio.

  3. Para saber armar una bomba vas a tener que estudiar un montón de química y para ese entonces ya no vas a ir al colegio...

  4. Porque esto no es una democracia y YO digo que play en la semana NO.

  5. Niet

  6. Si mi vida, cuando vos aprendas a cebarme mate yo te hago las oraciones.

  7. No se por qué no, pero no.

  8. Primero tenés que saber usar el diccionario. No se bien por qué, pero tiene una explicación pedagógica re re profunda.

  9. Porque después te van a hacer notas de la Nathional Geographic o del Discovery y me vas a hacer quedar como el traste sino hablás bien y con propiedad!

  10. Si jugás al basquet tenés que conseguir una beca para una universidad americana y hacer lo mismo que ahora: hacer como que estudiás.

  11. No, pero lo disimulaba muy bien.

domingo, 22 de febrero de 2009

La lista de las 7 rarezas

A propuesta de Gabriela, veré que rarezas puedo desentrañar de mi personalidad.
Rarezas para Uds. porque yo estoy muy acostumbradas a esas cosas y de a poquito la gente que me secunda en la aventura de vivir, también se va acostumbrando a ellas.


  1. Hablo, canto, me río, lloro y mantengo diálogos mientras duermo. Hablar dormida no es gran cosa. El tema se pone interesante cuando me piden que cante tal o cuál cosa y yo lo hago. O cuando lloro a mares porque la hamburguesa no tenía pepinillo (la hamburguesa que comía en sueños, claro está), o cuando me siento en la cama con los ojos como Francescoli al grito de: "dame otro mate", a las 4 AM.



  2. Las ojotas! Vaya a saber de dónde me viene la manía de controlar que mi hijo no ande descalzo por la vida; teniendo en cuenta que la mayoría de las veces que le espeto mi archiconocida frase: "Ponete las ojotas" lo hago impúdicamente descalza. Una vez esbocé la teoría de la heladera y la electricidad y que si le da una descarga y no se cuántas cosas más. Patrañas! No se por qué tengo la manía de persegirlo con las ojotas por la vida.



  3. El diario del domingo es un ritual. Si no llueve lo leo al aire libre, con el mate y algún cigarrillo. Si llueve lo hago en casa. No importa cuándo ni dónde. El diario del domingo es uno de los placeres sencillos de mi vida. El resto de la semana se lee como a la pasada, o ni siquiera eso. Amo tirarme en el pasto con más de un diario y pasarme una o dos horas.



  4. Me río como una loca desmesurada y lloro a moco suelto. Nada de dos lagrimitas escondidas en una carilina, cuando lloro abro una canilla. Nada de risitas disimuladas tras una mano o un abanico, si hay que reirse lo hago de buena gana y con energía. Vivo las alegrías y la tristeza con ganas y las disfruto. Si estoy triste me pongo una película para llorar y abro el grifo, me zambullo en el dolor y el llanto y me regocijo un rato en él. Si estoy feliz, canto río y festejo con las mismas ganas.



  5. Olvido las llaves. No soy olvidadiza, jamás olvido cosas ni eventos. Pero tengo un problema espantoso con las llaves. Probé ponerle llaveros enormes y de colores, probé colgando una cosa horrible llena de ganchitos al lado de la puerta. Probé todas las soluciones que se le puedan ocurrir, nada dio resultado: me olvido las llaves en todos lados y las pierdo varias veces a la semana. En mi defensa, debo decir que jamás perdí las llaves por más de un rato. Nunca tuve que salir a hacer copias de emergencia.



  6. No se calcular las cantidades de arroz ni de papas frias. Cocino riquísimo. Me gusta cocinar y no necesito apelar a recetas. Se calcular las cantidades a ojo de cualquier alimento. Pero con el arroz y las papas fritas no hay caso. Por lo general termino haciendo arroz para una semana. Siempre me parece que va a ser poco y siempre agrego un puñadito más, por las dudas. Con las papas fritas me pasa lo mismo: me quedo corta o alimento a un contingente de refugiados.



  7. Me gusta que me hagan masajes en los pies.


Creo que parte de la gracia de esta lista es pasársela a otra gente. Así que ahí va: Cerriwden, Occam, Black. Ahora les toca a Uds contar sus rarezas.


domingo, 15 de febrero de 2009

  • ¿Continente o contenido?
  • ¿Diestra o siniestra?
  • ¿Callar o gritar?
  • ¿Kirchnerista o gorila?
  • ¿Chavista o pro yanqui?
  • ¿Prepotente o impotente?
  • ¿Maradona o Pelé?
  • ¿Blanco o negro?

No gracias.

Prefiero modestamente, a veces gritar, a veces callar, incluso hablar susurrando.

Siento la prepotencia de la chispa divina en el hombre cuando escucho a Macy gray saliendo de mis parlantes y me acurruco con impotencia cuando veo el bochorno de nuestra presidenta utlizando la desgracia de Tartagal para armar una mediocre campaña de promoción de la generosidad estatal.

Detesto a Chavez y lo que encarna, lo detesto casi tanto como al sueño americano de erigirse en los vigías del mundo a caballo de donas grasientas y cremas en aerosol. Los detesto honesta y visceralmente, a ambos por igual. Son para mi gusto, siameses condenados a vivir eternamente abrazados.

Celebro los puntos medios, transito en el espacio infinito que va desde un extremo al otro.

Me declaro tibia.
Tibias son las cosas que deleitan mi alma. Tibia es la mano de mi hijo cuando se aferra a la mía, tibios son los besos del hombre que amo. Tibia el agua que cae de la ducha y que dejo deslizar por mi cuerpo como si el tiempo se detuviese después de una agotadora jornada. Tibio el sol que los domingos por la mañana me acompaña a leer el diario.
Tibia.
A veces me enfrío y muestro una gelidez que paraliza y espanta, otras tantas me caliento y soy un volcán capaz de arrasar lo que esté cerca. Pero son momentos, instantes.

Cuando me enfrío, mi calidez y tibieza va derritiendo el hielo de a poco. Cuando hiervo, la misma tibieza ayuda a bajar la temperatura de mis humores.
Vuelvo a ser tibia y me gusta.