lunes, 3 de noviembre de 2014

Inocencia...

Aunque el regreso inicial a este estado pueda exigir rascar años de displicentes puntos de vista y décadas de baluartes de insensibilidad esmeradamente construidos, en cuanto uno regresa, ya jamás tiene que volver a hacer palanca ni que cavar para recuperarlo. Regresar a un estado de vigilante inocencia no es un esfuerzo tan grande como acarrear un montón de ladrillos de uno a otro sitio, pues basta con permanecer inmóvil el tiempo suficiente como para que el espíritu nos encuentre. 
Dicen que todo lo que nosotros estamos buscando también nos busca a nosotros y que, si nos quedamos quietos, nos encontrará. Es algo que lleva mucho tiempo esperándonos. En cuanto llegue, no te muevas. Descansa. Ya verás lo que ocurre a continuación.

La palabra "inocente" se utiliza a menudo para calificar a una persona sin criterio, a un simplón, pero las raíces de la palabra se refieren a alguien libre de lesiones y daños. En español, la palabra inocente se aplica a una persona que procura no hacer daño a nadie, pero que también puede sanar cualquier daño o herida que los demás le hayan causado a ella.
La inocente es el calificativo que a menudo se aplica a las curanderas que
sanan las heridas y los daños que sufren los demás. Ser un inocente significa ver con toda claridad qué es lo que ocurre y poder arreglarlo. Éstas son las poderosas ideas que encierra la inocencia, la cual se considera no sólo la actitud de evitar el daño a los demás y a la propia persona sino también la capacidad de curar y restablecer la propia persona (y la de los demás).
                                                                                    Clarisa Pinkola Estés


sábado, 1 de noviembre de 2014

Mujeres

Estas últimas dos semanas, para mi sorpresa me encontré con un aluvión de enconos y diatribas retóricas a raíz de haber tuiteado una foto de las empleadas de una estación de servicio de Ciudadela, con una leyenda que rezaba: Vení a hablarme de igualdad de género.

Un tuit irónico que pretendía exponer lo que somos como sociedad.

Para mi asombro me tildaron de incogible envidiosa, de feminista quejosa y de un sinfín de cosas más. 
Aclaro desde ya que la igualdad de género me parece un MAMARRACHO, así con mayúsculas. Soy de las que considera que hombres y mujeres somos diferentes. Tenemos curvas y cuerpos diferentes, tenemos mundos internos diferentes, tenemos diferentes ciclos vitales y podría seguir enumerando diferencias. No sres, no soy feminista, soy mujer.

Pero más allá de ser mujer, aludía en mis intercambios a que en la relación entre un empleador y su empleado no hay horizontalidad, no al menos en nuestro país, no al menos en una estación de servicio del conurbano (que para más detalle parece ser propiedad de un cacique del peronismo). Me pregunto qué libertad de elección puede tener una persona subcapacitada, en un país con índices de desocupación que asustan hasta al más valiente; para decirle a su empleador que no tiene ganas de vestirse de colegiala para alimentarle el morbo y las fantasías sexuales al pitecantropus que viene a cargar el tanque sólo porque le ofrecemos un par de tetas y un culo de yapa.

Ah no, fijate que para algunos si vivís en el conurbano y sos una persona con una capacitación laboral escasa, sos libre. 
No master, no sos libre: dependés del fucking puntero y sus planes o de un enfermo mental que como toda estrategia de MKT pone medio en culo a sus empleadas (la opción más barata claro y que apela a lo más básico de nuestro cerebro humano).  Tiene otras? claro, pero requieren creatividad, innovación y en esa estación de eso no se ve nada.

Un sr me discutió que si tanto me molestaba vistamos de colegiales a los varones. No adalid del igualismo, primero: NO somos iguales, segundo: el equivalente de la colegiala de arriba no es un señor de chomba y remera, es un señor con la carne al aire.
Está TAN aceptado y difundido (aún entre las mujeres) que la mujer es carne y el hombre no, que cuando ponés: hombre colegial sexy en Google, lo que aparece son un 80% de mujeres en culo y algunos sres de este estilo:

 


Si encontrás a una mujer que se erotice con ESO, corré. No, en serio, corré y buscale un psiquiatra!

Banco a muerte que si te erotiza el disfraz le pidas a tu compañera de turno que lo utilice, pero desde el deseo de ella de usarlo y no desde una relación de poder que te da la omnipotencia para ponerle, hoy, diez cms de tela de uniforme, hasta pedirle que se arrodille si quiere un fucking ascenso, mañana.

Y no, no soy feminista. Soy una mujer. 
AMO las diferencias, las honro, las disfruto en la intimidad y en la vida cotidiana. 
No compro el discurso del igualismo en ningún ámbito de la vida, porque es el igualismo lo que está devastando nuestra sociedad. 

Leí hombres de diferentes corrientes de pensamiento, filosófico, político y les cuento un secreto? Los vi muy de acuerdo en esto. Pareciera que al momento de humillar a dos mujeres sin oportunidades de elección, todos se relamen mentalmente pensando las oportunidades que ese poder otorga.

Las coartadas defensivas de esa forma de relación donde el poder es el condimento esencial, me explican el rating de Tinelli, las chicas que aparecen tiradas en zanjones luego de que un grupo de inviables (sociales y sexuales) las usan como receptáculos de su masculinidad herida. Las reacciones destempladas acusándome de envidia a las tetas o el culo de las empleadas de la estación de servicio me hicieron comprender que hemos construido una sociedad de hombres asustados, temerosos de la mujer, tan inseguros de su propia masculinidad que no pueden asumirla desde la horizontalidad del deseo mutuo, donde yo me disfrazo porque quiero para vos y no porque no me queda otra.

Para mi sorpresa en contra de esa mayoría, leí a otros hombres, los menos, los más valiosos. Esos que nos hacen sentir mujeres con una mirada, con un gesto, esos para los cuales una se disfrazaría de lo que sea en la intimidad!


Saludos!
Mónica