domingo, 2 de febrero de 2014

Conociéndonos

Puedo ver tu cara, puedo oír tu voz, puedo tocar tu piel. Te percibo y te capto con mis cinco sentidos. 
Pero no puedo con mi tacto, mi vista, mi gusto o mi olfato, conocer lo que anhela tu alma.


Sin embargo...la vida me ha enseñado que existen fuerzas más poderosas que las que nuestros sentidos captan.


La vida me bendijo con muchas personas que me acompañaron en esta aventura de vivir y que me llenaron de aprendizajes.

Aprendí acerca del valor de la palabra, que el honor no se compra ni se vende y que el saber nos libera. 
Se que el amor no se gasta, que la solidaridad no es dar lo que no uso y que la familia es muchísimo más que un lazo de sangre.
Me enseñaron acerca de la comunión de almas y la fuerza que da amar las diferencias individuales.
Y ahora se que la risa cura el alma, que un abrazo encierra un mundo y que podemos ser felices caminando descalzos sobre el pasto.

Aprendemos muchas cosas de muchas personas. Aunque nada nos prepara para la magia y la maravilla de descubrir un alma.

Bendita las almas que dejaron caer sus máscaras y permitieron que las conozca, porque ellas son ahora una pequeña parte de la mía.