Hace más de un año, cuando el kirchnerismo ganaba de taquito cualquier elección imaginable; me preguntaba qué esperaban Duhalde y Macri para sellar un acuerdo de construcción. Lease nuevamente: de construcción, no un frente electoral, ni un rejunte de los que ya hemos visto suficiente.
Hace un año ganaban fácil y aún así muchos considerábamos necesario hablar de la reconstrucción del país.
Y digo reconstruir porque considero que se han atacado los pilares fundantes de cualquier sociedad que se precie de tal.
Creía y aún creo en la necesidad de un proyecto basado en el respeto de las instituciones de la república, la educación, el esfuerzo y el trabajo productivo; para poder superar de una vez y para siempre el modelo de desigualdad de oportunidades que perpetúa en la miseria y el clientelismo asistencial a generaciones de argentinos.
Un proyecto superador que sea capaz de ver en el asistencialismo social, apenas un peldaño hacia la integración social y no una herramienta de sometimiento perversa e infranqueable.
No imaginaba hace un año la velocidad con que se desencadenarían los acontecimientos.
La muerte de Néstor Kirchner y su utilización política en un intento vano de construcción de lo que nunca fueron: un mito. Sucede que la plata y la avaricia se llevan mal con la poesía y la épica. Y por más esfuerzos comunicacionales que hagan, se les ve la marca en el orillo:
- Planes sociales que solventan vidas palaciegas de capomafias de poca monta.
- DDHH selectivos y anacrónicos. Una sarta de hipócritas que consideran fundamentales los derechos de personas muertas hace 40 años y desconocen el derecho de miles de niños que mueren de hambre y miseria hoy, ahora, mientras vos leés estas líneas.
- Socios en la desgracia de sindicalistas corrompidos por el banquete eterno auspiciado por las obras sociales.
- Destierro de las licitaciones públicas y compulsas de precios en aras del contubernio y el negociado entre amigos y testaferros. Creando una cadena de favores sinfín donde nadie está lo suficientemente limpio para patear el tablero.
- Desarticulación de las instituciones y órganos de control.
- Destrucción y vaciamiento sistemáticos de la educación pública.
- Destrucción y humillación sistemáticas de las fuerzas de seguridad.
- Ataque a la prensa, como modo de justificación. Operadores modales generadores de culpas en los medios, para esconder la propia frustración y vergüenza por no ser.
Podría llenar muchas líneas describiendo el "modelo", pero basta con decir que dejan tierra arrasada.
Por todo eso, hace un año me preguntaba: qué esperan Duhalde, Macri y quienes de verdad crean que nos merecemos otra cosa; para dejar las aspiraciones personales de lado y sellar un acuerdo de construcción?
Aún me lo pregunto.
Saludos esperanzados.
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