Casualidad o causalidad.
Mi última entrada tuvo que ver con los que los medios llaman Tragedia de Once.
Este 22 de febrero asistí a Plaza de Mayo con la ilusión de ver millones de argentinos. Muchos que como yo iban a rendir homenaje a las víctimas y a implorar por lo que en realidad es un derecho: JUSTICIA.
No fue así.
En la Plaza no estábamos todos.
Es como si en Once hubiesen muerto otros y no una parte de cada uno de nosotros. Y sin embargo así fue.
En Once murió una parte de la Argentina, esa parte que no tolera la injusticia, esa parte que lucha por defender la vida, esa parte que privilegia a la persona por sobre sus ideologías, pensamientos, credos o condición de cualquier tipo.
Murieron nuestras ganas de ser mejores, nuestros valores, nuestra valentía y nuestro amor al prójimo.
En Once murió la cohesión social y se hizo pedazos contra el andén nuestra solidaridad social. Entre los hierros retorcidos de hace un año dejamos nuestra preocupación por el bien común.
Causalidad.
La Argentina es la gran consecuencia de un esfuerzo desmedido por parte de sus dirigentes, de quebrar el tejido social.
Dirigentes políticos del gobierno y de la oposición: Ausentes! (salvo honrosas excepciones)
Dirigentes sociales: Ausentes!
Referentes religiosos: Ausentes!
Referentes de la cultura y el deporte: Ausentes!
Tus vecinos: Ausentes!
Tus compañeros de trabajo: Ausentes!
Muchos: Ausentes!
Cristina: Morituri te salutant.
Aut non...
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