Hoy no tengo ganas de ser sutil.
Las noticias de la última semana fueron un dolor de huevos y teniendo en cuenta que no poseo esos atributos por mi condición femenina, la dimensión del dolor es inédita.
Un micro de larga distancia lleno de chicos y un chofer que demuestra en un gesto toda su sensibilidad y huye dejando a las criaturas a merced de un tren de cargas.
Una combi en una ruta destruída y otra vez los niños como víctimas inocentes de la hijaputez adulta.
Un auto que cruza un semáforo en rojo en plena ciudad a una velocidad de circuito de carreras.
Un edificio en construcción que destruye indolentemente las viviendas de montones de familias.
En todos los casos un factor en común: la carrera desaforada hacia la nada. La torpeza de mentes nubladas por la imbecilidad de no pensar en el otro. La indolencia del sálvese quién pueda, que deja de lado la solidaridad, la mancomunión y la responsabilidad de sabernos parte de una comunidad.
Más que la política, más que la economía, más que cualquiero otro tópico; lo que marca nuestro presente es la indolencia como miembros de una sociedad.
Somos fragmentos perdidos de lo que una vez fue un entramado social. Los restos lastimosos del naufragio de un país, de un sueño común.
Día a día veo muestras de este sálvese quién pueda, individuos hedonistas que corren y empujan al de al lado.
Parate a pensar.
Pará la película un minuto antes de las tragedias.
Imaginá que ese chofer, no fue con los auriculares puestos, imaginate que tomó conciencia que lelvaba 40 vidas en sus manos. Qus iba conduciendo con responsabilidad, que miró a los dos lados y vio que venía un tren. Imaginate que frenó antes de las vías, dejó pasar a la formación y llevó a salvo a los niños y maestros a destino.
Imaginate funcionarios responsables, que al saber que la ruta está en obras y el estado es calamitoso, pusieron personal a cuidar la vida de los demás. Imaginá señalizaciones, sistema de postas para asegurar el tránsito seguro. Andá más allá e imaginá que esa ruta es una autopista porque los funcionarios se dejaron de administrar muerte, para construir caminos.
Pensá por un momento que la excavación se detuvo al ver que el terreno no era estable.
Ahora, hace lo tuyo, dale?
Dejate de joder y viví honrando tu condición. No vivas como un idiota. Pará un poco.
Aprendamos de una vez que ese minuto antes, es la diferencia entre la vida y la muerte.
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