miércoles, 11 de diciembre de 2013

sábado, 7 de diciembre de 2013

Las furias...

Cualquiera puede ponerse furioso... eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta... eso no es fácil.

Aristóteles, Ética a Nicómaco


viernes, 6 de diciembre de 2013

Así!

Gracias

Tiempos sin alma.


Distraete, conformate, no opines, decí SÍ! con un asentimiento de cabeza y condenate a la ignominia.

Se servil, felpudo, boludo, calladito y conveniente.

Padecé en silencio la certeza de no ser, de venderte por comodidad y de caminar hacia donde sopla el viento. 

Cultivá la conveniencia, alimentá la mentira y la incoherencia de acallar lo que gritan tu pecho y tus tripas. 
Shhh, no hagas ruido, no llames la atención, no atraigas miradas. 
No brilles.

Se infeliz, no sueñes y matenete con la vista baja.

Adoro que lo hagas! Porque me marcás el camino. 
Sos mi norte, mi guía, mi luz cuando las sombras me abrazan.

GRACIAS!

sábado, 9 de noviembre de 2013

La hoguera de las vanidades

La historia, dicen, se recrea.
Los seres humanos repetimos ciclos una y otra vez hasta que fruto del aprendizaje logramos trascenderlos.
Pareciera no ser este nuestro caso.

Asistí como espectadora, quizás actriz de reparto, a una nueva edición de la hoguera de las vanidades. 
Una pira incendiaria tendiente a purificar por medio del fuego lo que los iluminados del momento consideran pecaminoso, lujurioso, desmoralizante para una sociedad que asiente impávida el festín de unos pocos.

Un acontecimiento cualquiera es utilizado para estigmatizar, señalar, moralizar y "poner en caja" a los que se atrevan a pensar con indicios de libertad.

Como sucede en este mundo global y antojadizo en el que vivimos, el acontecimiento elegido llevaba número y letra: #8N. Se nos ha puesto que ya nada tendrá nombre, todo parece una movida de batalla naval, en fin...

Y apenas nacido el #8N comenzaron las arengas de los Savonarolas modernos, intentando disponer de mi derecho a pensar (o no), de mi derecho a elegir, de mi derecho a decir o callar, de mi derecho a marchar, correr, o rascarme el pupo como forma de expresión.

Y entonces hasta el más rebelde se vistió de monje y arrojó sus escritos a la hoguera, los artistas de renombre incendiaron sus obras, las señoras temerosas quemaron atuendos impúdicos y los más libertinos escondieron sus intenciones por miedo a ser juzgados.

La hoguera de las vanidades, versión argenta se puso en marcha. Cadenas de mails y mensajes de texto insuflando los vahos pestilentes del miedo. Voceros mediáticos de la decadencia agitaron fantasmas tan creíbles como Gasparín. Señores de alquiler que venden sus flácidos valores al mejor postor quisieron convencernos de ser lo que no somos.

Todos trataron de disuadir nuestra intención de decir que el país está como el culo, que las libertades individuales dependen de tu orientación política, que tu hijo está vivo de favor, que la droga no es de locos lindos y que los narcotraficantes no son prósperos inversores, que Clarín me importa un pito, pero que callen a los disidentes es una mierda, que la educación hace agua y el trabajo escasea. 
Trataron de hacerme creer que vivo en Suiza, pero salgo a calles que están en guerra y rezo por volver sana y salva a casa. Miro las caras y veo desesperanza, camino por veredas llenas de gente durmiendo, me choco con chicos con la muerte escrita en sus pupilas llenas de paco.

Trataron...Sin embargo, ahí estuve. 

Uds sigan: alimenten el fuego con el desinterés, aviven las llamas a cambio de unas monedas, vendan el silencio cambio de una changa, rifen el futuro de sus hijos (si es que tienen la suerte de que lleguen vivos al futuro) e hipotequen su esperanza de una vida mejor.

Sean parte de la hoguera. Y disfruten de la histeria colectiva y del efecto hipnótico del fuego de esta hoguera. 

Sean felices señalando o mirando para otro lado. 

Jueguen y coqueteen con el poder, pero no me pidan que haga lo mismo.



viernes, 25 de octubre de 2013

Sal con una chica que no lee (Por Charles Warnke)

Sal con una chica que no lee (Por Charles Warnke)




 Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela. 

 Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta. 

Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe. 


 Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.


Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato. 

Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida. 

Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza. 



No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio.

lunes, 21 de octubre de 2013

APDV hacia la disolución nacional

Contame el cachet del matrimonio Etcharry y acordate que la que ellos se llevan, falta en la panza de los chicos, en las vacunas que no tienen los hospitales.
El sueño de hacerse rico manteniendo al pobre, pobre y empobreciendo al laburante, el sueño del pensamiento único, el sueño de la prepotencia de Cabandié, Moreno y la banda de delincuentes que sacan pecho bajo el amparo de un estado que te sopapea si levantás la cabeza. 

El sueño de las bandas de narcos baleando a un gobernador sin que nada pase, el sueño de los tibios que apoyan, pero no tanto. 
El sueño de hacerse el boludo para llenarse los bolsillos y justificarse luego porque en el fondo...en el fondo son GARCAS CULPOSOS.

Yo no sueño...
Vivo.
Vivo la mía, más incómoda, más modesta. 
Vivo la de decir que son una banda de delincuentes e inútiles funcionales que no pueden administrar ni un kiosco, revolucionarios de escuela secundaria que pasaron los 40 y no quieren asumirlo por el miedo a no ser...
Vivo con identidad propia y no la que me presta una ong, un puesto o un partido político.

Vivo para recordarme a mi misma que otro país es posible. Que la violencia los va a consumir, a ellos, a sus hijos y a sus nietos.

Vivo.


lunes, 23 de septiembre de 2013

No me interesa tu patria

La Patria es el otro. Éste? No, el otro. Ahhh la Patria es aquel de allá! No, no, el otro.

La Patria se escurre en la dialéctica diseñada para no ser, porque le corren el cuerpo y le vacían el alma.

No se qué carajo es la "Patria", pero mi país, mi terruño, mis ancestros lloran con mocos de impotencia cada vez que escucho la palabra Patria en boca de energúmenos sin corazón ni tripas, ciegos de poder y borrachos de cuentas bancarias. Lloran cuando en medio de su embriaguez dionisíaca suben a sus helicópteros para sentirse parte de una élite alada de dioses de un panteón nauseabundo.

La patria es el otro...

Yo prefiero ser con esos otros, a los que nunca nos alcanza esa patria de cartón corrugado donde "ningún pibe nace chorro", pero el Sheriff Granados los baja de un cuetazo después que los arrinconó en la marginalidad.

Nos quedamos afuera. Nosotros no somos la patria.

(Comemtario dejado en blog amigo, que comparto ante la necesidad de gritarles que se metan esa patria en donde no les da el sol).

viernes, 20 de septiembre de 2013

Viernes bonito

Viernes de brillo, de baile bonito y de vivir bien!
Dejá de correr tras quimeras que no lo son, bajate del ego y mimate un poco el alma. Como dijo el poeta, quizás mañana la luna te busque en vano.

jueves, 13 de junio de 2013

Allá vamos

Paradojas.

Esperar lo inesperado, con lo que ello implica.
Ver lo invisible, sin buscarle explicación.

Entrar cuando vas de salida o salir cuando vas entrando.

Nada y todo.

Siempre supe que emprendería este camino, pero hasta ayer, no sabía que HOY sería el día. -Nagarjuna-

sábado, 23 de febrero de 2013

Causalidad

Casualidad o causalidad.
Mi última entrada tuvo que ver con los que los medios llaman Tragedia de Once. 
Este 22 de febrero asistí a Plaza de Mayo con la ilusión de ver millones de argentinos. Muchos que como yo iban a rendir homenaje a las víctimas y a implorar por lo que en realidad es un derecho: JUSTICIA.
No fue así.

En la Plaza no estábamos todos.

Es como si en Once hubiesen muerto otros y no una parte de cada uno de nosotros. Y sin embargo así fue.

En Once murió una parte de la Argentina, esa parte que no tolera la injusticia, esa parte que lucha por defender la vida, esa parte que privilegia a la persona por sobre sus ideologías, pensamientos, credos o condición de cualquier tipo.

Murieron nuestras ganas de ser mejores, nuestros valores, nuestra valentía y nuestro amor al prójimo.

En Once murió la cohesión social y se hizo pedazos contra el andén nuestra solidaridad social. Entre los hierros retorcidos de hace un año dejamos nuestra preocupación por el bien común.

Causalidad. 

La Argentina es la gran consecuencia de un esfuerzo desmedido por parte de sus dirigentes, de quebrar el tejido social. 

Dirigentes políticos del gobierno y de la oposición: Ausentes! (salvo honrosas excepciones)
Dirigentes sociales: Ausentes!
Referentes religiosos: Ausentes!
Referentes de la cultura y el deporte: Ausentes!
Tus vecinos: Ausentes!
Tus compañeros de trabajo: Ausentes!
Muchos: Ausentes!

Cristina: Morituri te salutant.
Aut non...