jueves, 15 de enero de 2009

De Finales conocidos

Recorrió el camino de memoria, sin mirar. Sus pies sabían de memoria cada muesca del sendero, cada saliente a esquivar. Su andar no era presuroso como tantas otras veces, esta vez casi no deseaba llegar; necesitaba que el trayecto se eternizase corriendo su destino hasta el infinito.
Su mirada vagaba más allá de esas conocidas calles, no veía nada del paisaje familiar. Sus ojos se entornaban al son de sus recuerdos, repasando con melancolía momentos de felicidad desvanecida, alegrías que endulzaban el alma, deleites que ya no estaban.
Nada hubiese hecho sospechar que las cosas no estuviesen bien, pero algo en su interior le decía que estaba yendo cansinamente hacia el final.

Todo su ser se inquietaba en alarmas de un desastre inminente y por más que trataba de acallar las voces que retumbaban en su interior no podía evitar sentir un abatimiento mortal.
Todo su ser se debatía en silencio, esos silencios tan suyos que nadie sabía interpretar. Esos silencios de miradas perdidas en mundos internos mucho más apasionados que ese exterior gélido que muchos confundían con su ser.
Cómo podía él adivinar que ella ya sabía, que podían evitar este último paso de comedia al que ella iba sin prisa, jugando un largo y doloroso pan y queso contra lo inevitable?
Cómo poder explicar que ella adivinó este final hace ya mucho tiempo, que lo vio emerger, madurar, tomar forma y debatirse?
El jamás vio lo que veían sus ojos, que observaban cada palmo de su alma mientras se atormentaba y debatía entre lo que debía, lo que podía y lo que ansiaba más que a su propio ser?

A veces el destino nos sorprende, nos toma por asalto, nos atraca en un recodo del camino y uno se queda mirando alrededor, con cara desconcertada y sin saber… Este nunca fue su caso.
Ella maldijo muchas veces ese saber, ese presentir. Y una vez más iba al encuentro de lo inevitable.

Lo demás sucedió rápido, vertiginoso, casi con perfección quirúrgica.
Apenas milésimas de eternidad después, ella desandaba el camino, con el mundo en sus hombros y el dolor de agolpado en sus pestañas en forma de pesadas lágrimas que no se decidían a caer.
Viejo y añejado apareció este recuerdo doloroso del final de una relación, que visto en perspectiva no lastima, pero se siente raro.

6 comentarios:

Occam dijo...

Recordar es volver a traer al corazón. Y siempre es raro. No como la primera vez, pero también por vez primera.
Un beso.

piscuiza dijo...

Quizás no es casual revivir ciertas cosas en determinados momentos.
Mil Gracias

Unknown dijo...

Querida piscuiza
Dolor debe ser mi segundo nombre, y presentimiento el tercero.
Su escrito me removió cosas mías.
Por eso tarde en comentar.
Por puro dolor.
besos

piscuiza dijo...

Gracias por la mancomunión de almas Cerri.
Abrazo apapuchante

Gabriela dijo...

pàaaaaaaaaaajarito.... me hiciste acordar de ciertas situaciones por las que aùn y a mi pesar transcurro.

La imàgen final de los ojos como dos platos de sopa rebosantes.... ufff!

Que andes bien. Lo vas a lograr. algun dia leeràs esto con otra perspectiva y te diras - sonriendo de costado - como Virgina Slim que has andado mucho camino.


Beso locura!!

piscuiza dijo...

Gracias Gabi.
En realidad eso es de hace más de un año atrás, pero viene bien acordarse.
Gracias y un besote para vos!