sábado, 20 de diciembre de 2014

El empleador, el enemigo ideal

Como comenté anteriormente, uno de los inconvenientes con el que nos encontramos es la escasez de herramientas para realizar una búsqueda laboral que presentan los jóvenes. Sin embargo, lo que aún no comenté es que no vienen "en crudo". El primer curso de formación que realiza un joven desocupado es justamente para prepararlos para la vida laboral, en él se supone que se le brindan las herramientas necesarias para armar un CV, realizar una búsqueda y afrontar una entrevista. El problema como en casi todo en estos tiempos, es suponer que se haga lo que se debe y se dice que se va a hacer, error.
Se malgasta el dinero público en formaciones que alientan el enojo, los llenan de frustraciones, instalan prejuicios y no aportan herramientas ni oportunidades de desarrollo.

Un día como cualquier otro, en un municipio de zona oeste, conversábamos con los jóvenes acerca de lo que habían aprendido acerca de CV, objetivo, búsqueda y entrevista laboral. 
Para mi sorpresa, un joven en bermudas y ojotas (sí, ojotas! pero el tema de la ropa y la presentación personal quedará para otro día) me dijo que aprendieron sus derechos laborales y "esas cosas". Intrigada quise indagar más.

A medida que conversábamos, comenzaron a aparecer fuertes prejuicios con respecto a las empresas y el trabajo. Los chicos habían aprendido los derechos del trabajador al dedillo, pero nadie les habló de las responsabilidades que debían asumir, ni de las actitudes que es necesario cultivar, ni mucho menos aún de las habilidades que les serán requeridas. Se los educa para pensar en la empresa como el enemigo, a quién tenemos que sacarle todo lo que podamos sin darle más que lo indispensable. Olvidando que el desarrollo y la prosperidad necesitan de la colaboración mutua. Que ningún empleado prospera si la empresa quiebra y que cada empresa que cierra, son puestos de trabajo que caen, personas que pasan a depender de migajas y caprichos del poder de turno o de la generosidad de mamá y papá (en el caso que mamá y papá estén en condiciones de ayudar).
No conciben que así como hay malos empleadores también hay malos empleados y que en el caso de que nos crucemos con alguno (y en la vida nos vamos a cruzar con alguno por una simple cuestión de probabilidades) necesitamos estar lo suficientemente despabilados para saber que es más productivo buscar un trabajo mejor que quedarnos a hacer una guerra privada en la que nadie gana.

Hicimos un ejercicio donde indagamos qué esperaba cada uno de ellos de su próximo empleador y las características que enumeraban tenían que ver con un estilo paternalista de liderazgo. Una vez que determinamos qué tipo de empleadores y líderes esperaban restaba preguntarnos por qué buscan eso?

Curiosamente todo está relacionado: los cuadros políticos que brindan formaciones de dudosísima calidad a nuestros jóvenes, les enseñan que la culpa de todos los males es de las empresas.
Abro aquí un paréntesis para comentar que los cursos de introducción al mundo laboral son dictados por militantes políticos o amigos del funcionario de turno, elegidos de manera absolutamente discrecional y que en muchos casos ni siquiera cumplen los horarios, mucho menos los contenidos. En general y por lo que los mismos jóvenes cuentan, esos espacios terminan convirtiéndose en una catarsis grupal que será aprovechada para adoctrinarlos con consignas políticas y anti empresa.Con ese panorama suelo encontrarme, salvo honrosas excepciones de distritos puntuales.

Cierro el paréntesis y retomo el prejuicio de culpar a la empresa por todos los males del país y las personas. Es que al hacerlo se autoexcluyen de ayudar a los jóvenes a encontrar una solución. 
Cuando no asumimos responsabilidades y colocamos la culpa en un  chivo expiatorio que oficie de víctima propiciatoria, lo que hacemos en realidad es perpetuar el estado de cosas. Y ESO es justamente lo que el sistema (en su gran mayoría) hace con los jóvenes.

Si me inculcan que independientemente de lo que haga, va a venir el cuco -personificado en este caso por las empresas- a oprimirme y aplastarme; cuál sería el sentido de esforzarme por mi desarrollo y  por mejorar mi empleabilidad?

Son jóvenes, no estúpidos. 
Bajo este marco conceptual lo más lógico es buscar la salida por otro lado y oh casualidad, el sistema también se las ofrece!

Algunas son ofertas veladas, sutiles insinuadas en susurros por diferentes canales. Es la mamá que le dice a la hija que se busque un marido, o que medicina no es una carrera para una mujer. Son los modelos femeninos que nos bajan los medios, donde la mujer no opina, sólo sonríe y "apoya a su pareja" o en el mejor de los casos tiene una ocupación "femenina" que puede oscilar entre el modelaje, el diseño de modas,o sacar líneas de ropa interior o  cremas de belleza. 

Otras salidas son menos sutiles, más bien bestiales. Los narcos han ganado mercados y compiten cara a cara por la mano de obra. Se acercan a los colegios, recorren las plazas y espacios donde saben que abundan jóvenes con ansias de una vida mejor. Los acosan, los seducen, los llaman con sus cantos de sirena del dinero fácil.

También la política compite por la mano de obra, candidatos y militantes que se escudan en loables ideales para seducir a jóvenes necesitados de un liderazgo paternalista que los exculpe de responsabilidades.
El puntero no acepta competencia, exige amor incondicional a cambio de algún plan social, bolsones de comida y para algunos pocos privilegiados un paseo de verano en Venezuela que  se vende como vacaciones idílicas entre jóvenes idealistas, pero es en realidad un campamento de adoctrinamiento y entrenamiento.
Recuerdo una joven que quedó atrapada en el sistema clientelar merced a la escritura del terreno donde con mucho esfuerzo se estaban haciendo la casa sus padres.

Todo vale, siempre que no haya que esforzarse. Porque eso, ya lo dijimos, no tiene sentido.

Y acá vamos al punto crucial, que es reconciliar a la sociedad, a todos y cada uno de los eslabones de la cadena productiva.
Trabajar con ruedas de conversaciones horizontales con representantes de cada uno de esos sectores. 
Lograr que se conozcan, se escuchen, se puedan reconocer y a partir de allí podamos reconstruir entre todos el tejido productivo. 
Para esto cada uno de nosotros tiene que asumir su cuota de responsabilidad.
Estamos a tiempo, pero mecesitamos voluntad política, grandeza para correrse del centro de la escena, trabajo arduo y capacitaciones serias de manos de personas con una real y genuina vocación de servicio y con la preparación idónea. 
Si no lo hacemos sólo atentamos contra el futuro, porque como sabemos: una cadena se rompe por su eslabón más débil y lamentablemente para nuestros jóvenes, el eslabon más debil del sistema: SON ELLOS! 

M.


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